Te saluda Natalita, y por ahí anda mi duende Augusto, que no se si lo oyes todo emocionado. Él es el más fiel compañero que existe, ¿y sabes qué? ¡A ti también te acompaña uno, aunque todavía no lo conozcas! Soy una niña eterna que ayuda a otros a recordar La Gran Ciencia del Balance, contando historias de nuestras aventuras por La Princesa. Junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias, pero de todo eso te cuento en las notas del programa. Mientras tanto, te dejo con una de las versiones de mi misma, que cuentan historias de colores, según quien decida contar la historia del día.
Bitácora de aventuras, edición Un Remedio para lo Inevitable:
En un viernes cualquiera de enero, Augusto decidió salir a un paseo, acompañado de la pequeña Natalita y dos de los niños de la tribu de JAN. Habían pasado el día entero jugando con las Tablas de Tiempo, estaban exhaustos. Una vez a la semana la pequeña Natalita y Augusto visitaban los días que pronto vendrían, pasaban unas cuantas horas, y luego se regresaban. Las Tablas de Tiempo son una especie de portal, pero no exactamente a una realidad como los demás portales. Estos son portales para ver un poquito de lo que viene, pero ni tanto que termine uno por dañar las sorpresas de los días venideros. Vienen de muchas formas, tipos, tamaños y colores, cada cual puede usar las de su preferencia. A la pequeña Natalita le gusta una que está hecha de destellos de luces brillantes, de color blanco, que están salpicadas de cuadritos negros que se extienden infinitamente hacia 4 de sus lados. Le gustaba esta porque son las que más espacio en el mundo tienen, aunque ha usado varios tipos. Para utilizarlas, debes conseguir el portal, y luego imaginar la cantidad de días venideros que quieres conocer. Casi todo el que utiliza las Tablas de Tiempo observa una semana a la vez, aunque no es imposible hacerlo de meses, y hasta años, y decimos que no es imposible por eso de no desanimarte, pero intentar ver mucho más allá no es lo más recomendado. Verás, cada día que puedas ver utilizando el portal, mientras más alejado esté, más borroso se verá, así que digamos, si estas mirando el de mañana, sería bastante sencilla la cosa, pero si fueras a irte un año adelante, necesitarías una vista muy privilegiada, o algún amuleto especial, y uno no anda gastando amuletos en cualquier cosa. Por esta y otras razones, ellos siempre escogen 7 días. Una vez adentrados al portal que abren las Tablas de Tiempo, deben encontrar un rincón en el que se puedan sentar a observar sin ser observados, casi siempre debajo de algún árbol, que no son tan sencillos de encontrar, porque son un poco diferentes a los de El Presente. Una vez bajo el árbol, se divierten pensando cómo será cada día que ven, qué pasará, qué tristeza pueden prevenir, qué alegría pueden traer, o qué pueden hacer para ayudar, según las imágenes que ven. Es importante recordar que las imágenes que vieron utilizando las Tablas de Tiempo podrían cambiar cuando llegue el día, por tantos factores que mejor te cuento otro día. De todas maneras, es un pasatiempo que disfrutan mucho, les ayuda a soñar. ¿A quién no le gusta soñar?
Habiendo perdido noción del tiempo dentro del portal, terminaron exhaustos, pero en el camino se encontraron a dos niños de la tribu de JAN, y decidieron aceptar la invitación a una celebración de la tribu. Cogieron una siesta, se levantaron, y siguieron a los niños. Caminaron por una angosta calle, y apenas unos instantes después, se tropezaron con una plaza gigante llena de escalinatas por todas partes, había tantas escaleras que podría desorientarte, pero te daba ganas de recorrerlas todas. En el centro había un círculo, todas las escaleras llegaban hasta ese punto. El círculo parecía estar completamente “vacío”, pero a una señal de los niños, la tribu de JAN se mostró, estaban todos rodeando a dos personas que bailaban y unos diez que tocaban frenéticamente los tambores. Era imposible no bailar. Todos empezaron a bailar, y en eso llegó un gigante. El baile se detuvo por un momento, todos se asustaron, hacía años no se veía un gigante por esos lares, en realidad fue más curiosidad que miedo, lo miraron de arriba a abajo y comenzaron a tocar, como enseñándole orgullosos su música, y pidiéndole que bailara con ellos. El gigante bailó, y se unió al círculo en el que estaban Augusto, la pequeña Natalita y los dos niños que los llevaron hasta allí.
Tanto mirar hacia arriba los distrajo, y no notaron que el niño de la tribu de JAN se había salido del círculo y estaba en una de las escalinatas tapando sus oídos asustado. Augusto corrió hasta donde él y los demás del grupo lo siguieron, tiene esa habilidad Augusto, de hablar sin hablar. Cuando intentaron que se quitara las manos de los oídos no tuvieron éxito, el niño solo apretaba sus manos contra sus orejas y movía su cabeza de lado a lado diciendo que no. El gigante cogió al niño en sus brazos y corrió, todos le siguieron, corrieron y corrieron, Augusto y la niña uno a cada lado ayudando a hacer presión a las manitas del niño para tapar mejor los oídos, la pequeña Natalita alumbrando el camino, que por alguna razón era más largo que el de llegada.
Una vez alejados del ruido miraron hacia atrás, y observaron juntos cómo la plaza y la tribu de JAN se achicaba hasta desaparecer, llevándose consigo la tribu y los tambores. Todos los de la tribu lanzaron su mirada de despedida, sabían que no se volverían a ver hasta la próxima celebración. El niño de JAN se quitó las manos de sus oídos, y les explicó que los tambores le asustaban, que el sonido lastimaba sus oídos, y que por eso había tenido que abandonar a la tribu. Al principio los miembros de la tribu se molestaron, y quisieron obligarlo a quedarse, intentando convencerlo de que con el tiempo se acostumbraría, que los tambores y su música estaba en su sangre. Con el tiempo entendieron que no sería así, y lo dejaron ir, con la promesa de que abrirían un portal en las noches de celebración, y debía pasar a saludar a todos, aunque fuera por un instante, para que no los olvidara. El niño aceptó, y su hermana decidió acompañarlo en su exilio por un tiempo, aun sabiendo que la separación era inevitable, pues un día ella regresaría, pero él no.
Ese día Augusto y la pequeña Natalita se comprometieron a observar de cerca los días venideros, y utilizar las Tablas de Tiempo para conocer ese día en que la separación no se podría evitar más, para incluir una tarde de playa y helados, todo es más fácil en la playa con un helado.
4 de enero de 2020
Dentro de dos semanas te cuento otra historia, mientras tanto, puedes conectar conmigo la próxima semana en Sanando con tu Duende, un espacio para la sanación cuántica. Un podcast en el que te cuento lo que me enseña mi duende Augusto a través de nuestras sesiones de sanación. Si me quieres ver antes, te espero el miércoles a las 12 PM hora de Puerto Rico, a través de nuestro canal de YouTube y en Instagram, en una sesión en vivo en la que podrás hacerle tus preguntas a Augusto, y de paso ir aprendiendo a conectar con tu duende. Sí, tienes un duende. Te recuerdo que junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias. En las notas del programa te dejo todos los enlaces, para que puedas reservar tu sesión, y visitarnos en nuestros otros espacios.
Nos veremos otro dia que no sea hoy. ¡A dormir!