Te saluda Natalita, y por ahí anda mi duende Augusto, que no se si lo oyes todo emocionado. Él es el más fiel compañero que existe, ¿y sabes qué? ¡A ti también te acompaña uno, aunque todavía no lo conozcas! Soy una niña eterna que ayuda a otros a recordar La Gran Ciencia del Balance, contando historias de nuestras aventuras por La Princesa. Junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias, pero de todo eso te cuento en las notas del programa. Mientras tanto, te dejo con una de las versiones de mi misma, que cuentan historias de colores, según quien decida contar la historia del día.
Bitácora de aventuras, edición Contar las historias:
Al igual que muchos, llevaba años queriendo escribir sobre vivencias y no lo hacía, y luego unos cuantos más sin contarle a nadie. Algo dentro de mí sabía que todo lo que sé lo sé porque alguien contó sus historias y lo aprendí, quería devolver el favor. En tiempos más recientes, y después de largas búsquedas sobre contar historias para prepararme para contar las mías, me tropecé con unas charlas que hablaban sobre cómo las historias cambian, no solo al que recibe las historias, si no al que las cuenta también. En el momento me pareció un poco exagerado, porque siempre pensaba que uno escribía desde su perspectiva y con un propósito particular, que en cierta manera uno escribía buscando una reacción particular en quien nos leía. Después de escribir un par de historias y empezar a compartirlas con personas bien diferentes, me di cuenta de que el tipo tenía la razón, y yo estaba bastante equivocada. De cada bitácora, cada persona a quien se las enseñé tenía una interpretación y opinión completamente diferentes. Hasta en una ocasión tuve que explicarme en detalle sobre un tema que me resultaba super obvio. Además de eso, y releyendo bitácoras más viejas, me he dado cuenta de que también yo he cambiado, como escribo, como interpreto, y hasta las historias que quiero contar.
Otra cosa que este estudio sobre historias me enseñó, es que sí estaba en lo correcto en que mis conocimientos se los debo a las historias de alguien más. Pero va más allá de las cosas que he aprendido yo, hasta nuestros instintos de supervivencia los tomamos mirando y escuchando a quien vino antes de nosotros. Algunas de estas creencias son para bien, y otras me parecen una broma de alguien que estuvo antes que yo, como el indio Tahama, que al final de la novela La Ciudad de las Bestias de Isabel Allende, que le cuenta lo que quiso a los investigadores de una revista y terminan publicando esa historia falsa que hizo como broma a los entrevistadores.
Contar historias me parece importante, pero más importante me resulta la interpretación que hacemos cada uno sobre las historias que escuchamos. He empezado a pensar, que más que aprender literal de lo que escuchamos, aprendemos analizando lo que escuchamos.
Durante los últimos dos años, he estado obsesionada con mi futuro proyecto educativo, y mi tan anhelado “nuevo sistema educativo”. Hoy estaba sentada en el balcón leyendo sobre agricultura forestal (agroforestry, o como se diga), que es hacia donde me estoy moviendo con la finquita, y ando obsesionada con empaparme sobre el tema. El viento sopló bien duro de repente y una rama de Chayita, mi planta de chaya, me dio en la cara, fue casi como una galleta, literal y espiritual jeje. De inmediato pensé que todo lo que sabía sobre ella lo había aprendido observándola, buscando información por mi cuenta y llegando a mis propias conclusiones sobre como cuidarla, y ahí estábamos, 5 años después, ella todavía viva, y yo todavía aprendiendo cómo cuidarla, a ella y a las demás compañeras del balcón. De inmediato me vino a la mente una imagen que vi el otro dia y que no estaba segura de si estaba de acuerdo o molesta con ella. Hoy no solo estuve de acuerdo, si no que quise aplicar lo que aprendí a mi proyecto educativo. La imagen tenía un niño con un hacha cortando un pedazo de leña, y su padre al lado haciendo con su cuerpo el movimiento que el niño debía imitar para poder cortar el pedazo de leña. La imagen decía que durante casi la historia de la humanidad los hijos aprendieron directamente de los padres, y que solo en tiempos recientes se fiaban del sistema educativo para estos fines, y que el sistema educativo actual fue un experimento que claramente estaba fracasando, y que no había nada malo en volver al método antiguo.
Definitivamente de acuerdo con que el sistema educativo actual caducó, pero ese día no estaba tan de acuerdo, pues en tiempos pasados, aprendías solo lo que sabían tus padres, y si algo me gusta del sistema actual es que cada cual decide lo que quiere aprender. Entonces, recibiendo la galleta de Chayita, me puse a pensar que precisamente en eso estriba el cambio, en aprender de lo que querramos, pero fomentar el aprendizaje por cuenta e interés propio. En definitiva, no hay nada que yo haya aprendido mejor que lo que he estudiado por mi cuenta después de haber estado 9 años en la universidad y 12 en la escuela, y que no tiene nada que ver con lo que aprendí en esos 9 años de universidad. ¿La diferencia? Fueron temas escogidos por mí, cuando estuve lista para escogerlos, y nada ni nadie más pudo cambiar ese orden perfecto, incluso cuando me obligué a mi misma a quedarme en la universidad aunque ya sabía que me quería ir de esa carrera.
Leyendo y recibiendo galletas de Chayita, lo único que podía pensar es que lo más útil que he podido aprender ha sido a leer, y a desarrollar mi pensamiento crítico. Quizás de eso se trata ese nuevo método de educación que me propongo transmitir, aunque sea a mis sobrinos, hijastros y/o hijos si algún día tengo, de darle las herramientas, para que aprendan de lo que quieran aprender, y para que escuchen las historias que quieran escuchar, para que a su vez hagan historias para que alguien más aprenda.
4 de septiembre de 2018
Dentro de dos semanas te cuento otra historia, mientras tanto, puedes conectar conmigo la próxima semana en Sanando con tu Duende, un espacio para la sanación cuántica. Un podcast en el que te cuento lo que me enseña mi duende Augusto a través de nuestras sesiones de sanación. Si me quieres ver antes, te espero el miércoles a las 12 PM hora de Puerto Rico, a través de nuestro canal de YouTube y en Instagram, en una sesión en vivo en la que podrás hacerle tus preguntas a Augusto, y de paso ir aprendiendo a conectar con tu duende. Sí, tienes un duende. Te recuerdo que junto con Augusto, y muchos otros guías, imparto sesiones de sanación cuántica a todos esos niños eternos que están dispuestos a sanar, reprogramando sus creencias. En las notas del programa te dejo todos los enlaces, para que puedas reservar tu sesión, y visitarnos en nuestros otros espacios.
Nos veremos otro dia que no sea hoy. ¡A dormir!