A esa época en la que se acaba el libreto, se le conoce como el fantasma del medio día. Ocurre cuando hemos cumplido todo lo que se esperaba de nosotros, colegio, universidad, trabajo, hijos, casa, viajes... y nos quedamos sin el impulso que nos daba el deber ser, y entonces nos encontramos dudando hacia dónde seguir. He aprovechado este tema, iniciando con una columna publicada recientemete, para hablar de todos esos momentos de zozobra en los que aparece la verdadera oportunidad de iniciar un camino trazado por nosotros mismos, ceñido a nuestras metas y anhelos más verdaderos.